¨Wenses y Lala¨ es una obra de Adrián Vázquez que ya tiene buen tiempo en cartelera, por una u otra razón yo no había podido ir a verla. Había escuchado algunos comentarios sobre lo entrañable que es, pero nunca quise ahondar más para vivir la experiencia por mí misma.
Sólo entrar al teatro es entrar al mundo de Wenses y Lala. Me siento en mi lugar y Lala hace contacto visual conmigo, me hace sentir que soy bienvenida. Wenses, por el contrario, evade el contacto visual con todo el mundo, me hace querer saber quién es.
El espacio escénico es limpio, solo hay una banca al centro y la luz que los acompaña de manera elegante y sobria. Hay música, una guitarra que nos sigue y acentúa ciertos momentos importantes.
Apenas comienza la obra, entendemos que estos dos personajes son totalmente opuestos entre sí y que es eso mismo lo que los une. Escuchamos su historia desde que son niños, cada uno en casa con su familia, hasta que un evento desafortunado les cambia la vida, “es como si la desgracia nos hubiera unido”, dice Lala, y con eso inicia su camino juntos. Las actuaciones son convincentes, honestas y amorosas.
No hablaré mucho de la trama porque quiero que, como yo, vivan la experiencia por ustedes mismos. Lo que sí voy decir es que vayan preparados para transitar la historia de una vida, entrar en sus recuerdos y recibir lo que nos comparten con el corazón abierto. Escuchar momentos de su pasado es todo un viaje, en el cual lo agridulce siempre está presente y no obstante, donde sabes que alguien estará ahí para ti. Creo que tengo que admitir que hasta sentí un poco de envidia al ver un amor tan puro, donde la complicidad, la contención y la ilusión, son las bases.
Vayan a ver esta obra y enamórense de Wenses y Lala, pero sobre todo déjense contagiar las ganas de vivir y de amar (así de bonito).
Por Karen Ávila
P.D. les reto a que no se les ponga la piel chinita cuando Lala canta.